El cine estadounidense ya ha sentado bases en Europa, produciendo numerosas películas en Gran Bretaña, Italia y España, con actores de prestigio internacional y los directores más representativos de la época trabajan tanto en Estados Unidos como en el Viejo Continente.
El cine de terror alcanzó algunos de sus momentos más memorables con películas como Psicosis (1960) y Los pájaros (1963), de Alfred Hitchcock, Repulsión (1965) y La semilla del diablo (1968), de Roman Polanski, y La noche de los muertos vivientes (1968), de George A. Romero. El western continúa dando historia con gran fuerza y efectividad como Los siete magníficos (1960), de John Sturges, y El hombre que mató a Liberty Balance (1962), de John Ford.
El musical aborda temas relacionados con el mundo juvenil y familiar (West Side Story, 1961; Sonrisas y lágrimas, 1965, de Robert Wise) y comienzan a surgir con más frecuencia —antes ya había pasado con Elvis Presley- las películas que aprovechan el tirón popular de los nuevos grupos musicales jóvenes, como los Beatles, para producir historias como ¡Qué noche la de aquel día! (1964), de Richard Lester.
No obstante, la reflexión sobre el hombre en
el más amplio sentido de la palabra se impone en trabajos tan diversos
temáticamente como El prestamista (1965), de Sydney Lumet,
La jauría humana (1966), de Arthur Penn, Danzad, danzad,
malditos (1969),
de Sydney Pollack. Las nuevas vías creativas, desde un ámbito
independiente y solapado con las iniciativas de los grandes Estudios, quedan
reflejados en varias películas que cierran la década: El
graduado, de Mike Nichols, Cowboy de medianoche, de John Schlesinger,
-con sendas magistrales interpretaciones de Dustin Hoffman, y Bonnie
y Clyde, de Arthur Penn, y que de alguna manera permanecen en la memoria
colectiva como iconos de un momento socio-cultural de gran relieve.
En cualquier caso, se consolida un cuadro artístico
apoyado en actores como Jack Lemmon, Walter Matthau, Paul Newman, Robert
Redford, Clint Eastwood, y actrices como Faye Dunaway, Shirley MacLaine,
Barbra Streisand, entre otros, que sirven de transición entre la
estrellas maduras y los jóvenes que va a irrumpir en la década
siguiente. Mucho más allá de las trayectorias personales de directores consagrados y de los nuevos creadores, se dieron otras líneas mucho más marginales que se englobaron bajo la denominación "Cine independiente americano", corrientes de vanguardia que quisieron romper con las temáticas tradicionales.