lunes, 26 de noviembre de 2012

El cine actual

El siglo XXI pareció arrancar con fuerza en el tema del largometraje de ficción ya que solo entre el 2001 y el 2004 se estrenaron cinco producciones: Asesinato en El Meneo (2001), de Oscar Castillo; Password, una mirada en la oscuridad (2002) de Andrés Heidenreich; Mujeres apasionadas (2003), de Maureen Jiménez; Marasmo (2003), de Mauricio Mendiola y Caribe (2004), de Esteban Ramírez. Lo que quizá muchos no saben es que existen cinco películas costarricenses más que se encuentran ya rodadas y en etapa de postrproduccion. Se trata de El camino, de Ishtar Yasin, la cual sí se encuentra totalmente terminada y lista para estrenarse. Aborda el tema de la migración nicaraguense a partir de dos niños que viajan a nuestro país en busca de su madre. Asimismo, El rey del cha-cha-cha, de Isabel Martínez y Vicente Ferraz, traza la ruta de un excomandante sandinista, Paco Jarquín (interpretado por el connotado actor mexicano Damián Alcázar), el cual deja sus ideales revolucionarios para empezar una nueva vida en el anonimato. Tres Marías, de Francisco Gonzáles, es una historia urbana, en la se dibuja un microcosmos de la San José de hoy, con sus problemas de droga, violencia, prostitución, a partir de la historia de tres mujeres. El cielo rojo, de Miguel Gómez, es la historia de un grupo de jóvenes y su pase de la adolescencia-juventud a la edad adulta, con el dolor que esto conlleva. Finalmente, Tercer mundo, de César Caro, son tres historias que suceden en Chile, Bolivia y Costa Rica y en las cuales bajo la coartada de hablar sobre extraterrestres hay una importante reflexión sobre nuestra identidad.
Me refiero solo a las películas ya rodadas y no a proyectos por filmar, que son muchos más. No me cabe duda, entonces, que una industria audiovisual en Costa Rica es ya una realidad.







En la actualidad, el Cine 3D está teniendo muchísima aceptación entre los amantes del cine. Películas contemporáneas como Avatar, Toy Story 3, Kung Fu Panda 2, Linterna verde, Transformers: The Dark Side of the Moon , El Rey Leon , Harry Potter y las Reliquias de la Muerte tienen sus versiones tridimensionales que atraen cada vez más a un público más exigente. La última película en sumarse a esta larga lista ha sido Titanic, que ha regresado a la gran pantalla tras 15 años desde su estreno y 100 de su hundimiento .
James Cameron, que ya perfeccionó la técnica 3D con el éxito de ‘Avatar’, vuelve a hacer uso de la tercera dimensión en la gran pantalla para convertir las emociones que brotan de la película en sensaciones aún más personales si cabe. Y de este modo conmemorar el primer centenario de la tragedia naval más conocida de la historia.
Uno de los mayores inconvenientes, hasta el momento, había sido la necesidad del uso de gafas para ver la reproducción de contenidos en tres dimensiones. Pero gracias a la aplicación de una tecnología novedosa, conocida como Parallax barrier, el uso de las mismas ya no es imprescindible para poder disfrutar del maravilloso mundo de las tres dimensiones.





domingo, 25 de noviembre de 2012

El cine de los años 90

El cine de los noventa aportó grandes películas, sobre todo comparándolas con la década anterior. De cara a los estrenos, las grandes compañías apostaron por multiplicar el número de copias para su exhibición, lo cual les obligaba a reforzar la mercadotecnia precisa para recuperar su inversión a corto o medio plazo. Y pese a la proliferación de festivales que impulsaban al cine independiente, éste último pasó a depender también de las majors
consolidando el vigor de los grandes grupos.

Lo cierto es que la década se abrió con el deseo de que el público adulto volviera a las salas. Por desgracia para los promotores de la medida, los estudios de mercado aún demostraban que la mayor parte de la audiencia estaba formada casi exclusivamente por adolescentes. En todo caso, surgió un grupo de cineastas independientes que reclamaba la herencia de los setenta y se dirigía a una audiencia madura, tanto por su edad como por sus ambiciones intelectuales. En dicho grupo se distinguieron tipos sumamente interesante. Por ejemplo, John Sayles, Ang Lee, los hermanos Coen, Edward Burns, etc…


Junto a las producciones de George Lucas y Steven Spielberg –aún más respetado tras el lanzamiento de la magistral La lista de Schindler (1993)–, nos encontramos con los esmerados trabajos de otros norteamericanos.

A la delicadeza de James Ivory (Regreso a Howards End, 1992), se sumaban la sorprendente y prolífica trayectoria de Woody Allen (Misterioso asesinato en Manhattan, 1993; Poderosa afrodita, 1995; Todos dicen I Love You, 1996) y la imaginería bizarra de Tim Burton (Eduardo Manostijeras, 1990; Ed Wood, 1994; Pesadilla antes de Navidad, 1995; Mars Attacks!, 1996).



La generación del vídeo impuso nuevos modos de narrar, influidos por las novelas baratas, la televisión y los cómics. Desde el primer momento, el espectador medio agradeció esa combinación de diálogos de historieta, planificación dinámica y violencia estilizada que fue patentada por Quentin Tarantino, Tony Scott, Robert Rodríguez y Oliver Stone, y que se convirtió en la baza de títulos como Reservoir Dogs (1992), Amor a quemarropa (1993), Pulp Fiction (1994), Desperado (1994) y Asesinos natos (1994). Cuando vi Pulp Fiction sabía que Tarantino iba a formar parte de otros de mis directores favoritos seguido de Robert Rodriguez.

Si algo tenían en común todos estos largometrajes era la presencia de Tarantino en los créditos. Quizá por ello, se comenzó a hablar sobre el tarantinismo como una corriente con valor propio.
Junto a esas propuestas postmodernas, el cine convencional de aventuras aún demostraba su eficacia, alcanzando algunas cotas singulares con Maximo riesgo (1992), de Renny Harlin, y El fugitivo (1993), de Andrew Davis.
Por aquello de que nunca es malo aprovechar las sinergias del mercado, los best-sellers del momento fueron llevados a la pantalla sin pérdida de tiempo. Esto hizo ganar merecidísimas fortunas a escritores como Stephen King (La mitad oscura, 1992), Tom Clancy (Peligro inminente, 1994), Michael Crichton (Parque Jurásico, 1993) y John Grisham (El cliente, 1994).
Con la misma intención comercial, el universo del videojuego empezó a trasladarse al cine. Dos cintas muy mediocres fueron pioneras de esta corriente, Super Mario Bros (1993) y Mortal Kombat (1995). Por suerte, el modelo fue perfeccionándose, y en la década siguiente proporcionaría más de una obra interesante.

No está de más dedicar unas líneas a la campaña promocional que originó la adaptación de la novela, Parque Jurásico (1993), de Steven Spielberg. Digámoslo con claridad: si el público acudió a las salas, al margen del sello de calidad que ofrece el nombre de Spielberg, es porque la moderna tecnología digital había permitido unos efectos portentosos, llamativos por sí solos. Es aquí donde quedó establecido que un éxito contundente desde el primer fin de semana por fuerza debía ser también una película de efectos especiales.
Los efectos especiales fueron utilizados sin discriminar lo necesario de lo superfluo, y acabaron convirtiéndose en el signo distintivo de la ciencia-ficción y el thriller de acción de los noventa. Ello encareció los costos de producción y forzó una carrera tecnológica en la que el más difícil todavía fue una constante. La elaborada producción deWaterworld (1995), de Kevin Reynolds, fue una muestra indicativa. El guión, tirando a previsible, no era la baza decisiva de este film. Lo verdaderamente llamativo era la compleja imaginería acuática que, gracias a los efectos especiales, era mostrada en pantalla.
Por distintas razones, las tres películas más influyentes de la década en Estados Unidos fueron Titanic (1997) de James CameronSexo, mentiras y cintas de vídeo (1989), de Steven Soderbergh, demostración de que el cine independiente podría ser taquillero; y Reservoir Dogs (1992), de Quentin Tarantino, cuyo influjo en el thriller fue destacadísimo.
Miramax Films, la compañía productora de Pulp Fiction (1994), fue adquirida por Disney, que a lo largo de la década consolidó su liderazgo en el campo del dibujo animado a través de títulos como La bella y la bestia(1991), Aladdin (1993) y El Rey León (1994). Corría el año 1995 cuando el primer largometraje de animación digital, Toy Story, fue producido por una filial de Disney, Pixar Animation Studios.

Claude Zidi tradujo a imágenes un cómic de Uderzo y Goscinny, Astérix y Obélix contra César (1999), una desigual película que se convirtió en otro fenómeno taquillero.
Kathy Bates gana el Oscar por Misery, otra adaptación de una novela de Stephen King. 1991 es el año de Terminator 2. El film era el más caro de la historia hasta la fecha, y contaba con unos impresionantes efectos especiales realizados por ordenador. A partir de Desafío Total (1990) y Terminator 2 el ordenador cobra una importancia primaria en el mundo de los efectos especiales, que se irá incrementando con el paso de los años.


viernes, 23 de noviembre de 2012

El cine de los años 80

Época de transición en muchos aspectos (politicos, sociales, humanos, artisticos), los años ochenta en el apartado cinematográfico resultaron, en contra de lo que una impresión superficial podría señalar, bastante atractivos: fueron los años de las despedidas de cineastas importantes (Tarkovsky, Huston, Leone, Bresson, Fuller, Cassavetes, Truffaut, Lean).
Cineastas que debutaron (y triunfaron) la década anterior, continuaban demostrando su talento (Scorsese, Coppola, Wenders, Verhoeven, Weir, Lynch, Eastwood, Erice, Carpenter, Cronenberg...).
 Hollywood produjo algunos de los títulos más influyentes en el cine moderno (Blade Runner, El resplandor, El imperio contraataca, Amadeus...)

El cine de animación (habitualmente menospreciado y olvidado) desvelaba su vitalidad, relevancia y potencial sobretodo con los films de Miyazaki, Takahata, Otomo, los cortos de John Lasseter, y algunos de los más oscuros largometrajes de la factoria Disney.

Comienza la era Spielberg, que da lo mejor de sí mismo con Indiana Jones y ET. Es el nuevo rey Midas: todo lo que toca lo convierte en oro. El público parece regresar a las salas en busca del espectáculo
  
Aparecen Sam Reimi, y Tim Burton y también nace el cine independiente con Jim Jarmush (Extraños en el paraíso, 1984) y los hermanos Coen (Sangre fácil, 1984). Cine que acabará siendo comercial desde Sundance, festival patrocinado por Robert Redford en el estado de Utah que pretendía cubrir el territorio de directores novatos y cazatalentos.
En España, son los años de Almodóvar (desde Pepi, Lucy, boom...a ¿Qué he hecho yo para merecer esto?, Mujeres al borde de un ataque de nervios y Átame). Rafael Azcona escribe el guión de El bosque animado, con Alfredo Landa. Se va superando así el período del destape.
 
José Luis Cuerda da un título personal, original y divertido con Amanece que no es poco, inaugurando su propio género: el “surrealismo rural”.


Por otra parte, La colmena y Los santos inocentes   de  Camus (basadas en libros de C. J. Cela y Miguel Delibes), El viaje a ninguna parte y Las bicicletas son para el verano de Fernando Fernán Gómez, así como La vaquilla de  Berlanga  recuperan la memoria de la España de la Guerra Civil y el franquismo.

Además están Fernando Trueba, Bigas Luna, José Luis Borau, y Gonzalo Suárez. Pese a todos estos nombres y otros más, se volvía a hablar de crisis: no podíamos competir con la todopoderosa industria de Hollywood y el resurgir de los últimos setenta parecía un espejismo. Se veían películas estadounidenses y poco cine español. Y sin embargo, José Luis Garci ganaba un Oscar con Volver a empezar (1982).

Video de las peliculas de los años 80 clasificadas por años:


lunes, 5 de noviembre de 2012

El cine de los años 70

Ninguna época es uniforme y los años 70 no son la excepción. Si uno mira en la distancia el cine que se veía en aquellos años, pueden encontrarse con muchas tendencias: igual que ahora, igual que siempre. Sin embargo, es indudable que esos años fueron marcadamente políticos y el cine que vimos y que nos gustaba, las películas que fueron para nosotros “las grandes películas”, estaban impregnadas de política.
Se vivía el cine como algo muy importante y definitivo, lo cual era bueno, sin duda, pero se sacrificaba al cine como entretenimiento. Era el culto del cine europeo y la satanización de Hollywood. Prohibidas Aeropuerto, Tiburón, Love Story, El mundo está loco, loco. Prohibidas y por lo tanto más gozadas: en secreto. Prohibido lo rosa: Un hombre y una mujer, de Claude Lelouch.
Había, no obstante, una excepción a aquella tiránica regla: las películas de vaqueros. Por unos  dólares más, Por un puñado de dólares y la impresionante Pandilla salvaje de Sam Peckimpah. Por ahí se coló el buen cine norteamericano: Cowboy de medianoche, El último deber, Maridos, Barrio Bohemio, Mi vida es mi vida, American Graffitti. Apenas la punta del iceberg de una tradición que hubiera sido un error imperdonable desconocer porque nos llevaba directo a un gran descubrimiento: la época dorada de Hollywood de los años 40 y 50.

Así como conquistar lo personal fue un gran logro de esos años, también lo fue apropiarnos de la cultura baja o “pop”. Disfrutar sin culpa el cine de entretinimiento, la televisión con sus seriados y telenovelas, los comics, la radionovelas, las revistas, que ya hacían parte de nuestro entorno y que resultaba ridículo negar. Gozarla a partir de una reelaboración irónica y sin hacer una idolatría a ultranza, como se vive ahora, cuando se pretende hacer de ella un modelo tiránico que arrase con todo lo que tenga un atisbo de profundidad o de cuestionamiento, o un leve sabor a gran cultura. El cine como arte o el cine como entretenimiento: no importa siempre y cuando haya calidad. Un amplio registro, pero en el que no todo vale.

Empiezan a aparecer los géneros de suspense, fantásticos y de terror que superan con creces a las películas que antes se hacían de este tipo de género en las películas antiguas, como pueden ser:   la Hammer daba sus últimos coletazos con Las Cicatrices de Drácula (1970), Drácula 73 (1972), o Los Ritos Satánicos de Drácula (1973).
En 1971, Roger Corman abandona la dirección y funda la New World Pictures, donde se formarán los futuros grandes creadores del género. Ese año, Steven Spielberg dirige Diablo sobre Ruedas, y Vincent Price interpreta El Abominable Dr. Phibes. Los retorcidos y espectaculares asesinatos serían motivo de una secuela el año siguiente, demostrando que los psycho killer de los 60 siguen gustando al público. 



Pero las peliculas más destacadas de ese año serían otras. El primero, la Naranja Mecánica de Stanley Kubrick, que muestra el horror cotidiano que marcará el terror de la época. Otro exponente de este terror cotidiano es la otra película destacada de ese año, La Última Casa a la Izquierda. Con un tono semidocumental y una fotografía sucia y granulosa, Wes Craven muestra explícitamente (a pesar de los innumerables cortes de la censura) la muerte de dos chicas a manos de un grupo de delincuentes, y la posterior venganza del padre de una de ellas.
En 1972, Gordon Lewis se despide de las cámaras con the Gore, Gore Girls, una parodia del género que él mismo creó. El año siguiente será el del El Exorcista, a partir de la cual los efectos y el maquillaje serán indispensables en el género.




Si el 73 es el año de El Exorcista, 1974 es el de la Matanza de Texas. Tobe Hooper hace temblar y vomitar a la audiencia. Aún hoy en día, el film causa escalofríos, gracias a un terror que alcanzaba cotas nunca vistas. Cara de Cuero y su familia, parodia de la familia de la América profunda, se convierten en icono indiscutible del cine de terror.
Ese mismo año, Lloyd Kauffman y Michael Herz fundaban la Troma Films, Larry Cohen dirige Estoy Vivo, y Brian de Palma mezcla el musical y el terror en El Fantasma del Paraiso.









En 1974, la primera pelicula internacional de David Cronenberg, Vinieron de Dentro de, deja ver ya las obsesiones de su director, además de representar la vuelta al terror de la actriz Barbara Steel.
El año siguiente, los vampiros glam son los protagonistas de The Rocky Horror Picture Show, la fantástica adaptación del musical teatral, que protagonizaron Tim Curry y Susan Sarandon



En 1976, Brian de Palma dirige Carrie, basada en la novela de Stephen King. El éxito propicia innumerables adaptaciones de la obra del escritor.
De ese mismo año, podemos destacar La Profecía o Picnic en Hanging Rock, terror llegado desde Australia de la mano de Peter Weir, autor también de La ultima ola(1978). También del 76 es Snuff, una falsa snuff movie, dirigida por Michael y Roberta Findlay, que provocará el escándalo.
En 1977 fué el año del punk, de las primeras elecciones democráticas españolas, el primer vuelo del Concorde, la muerte de Elvis y, anteponiéndose a todo, de La Guerra de las Galaxias de George Lucas. La película es todo un fenómeno social y cinematográfico, y personajes como Darth Vader pasan a convertirse en parte de la cultura popular.
No obstante, no es lo único interesante del cine fantástico de ese año. Además de Suspiria, otra muestra del giallo italiano, dirigida por Dario Argento, ese año se estrena Las Colinas Tienen Ojos, otro clásico de Wes Craven, que convierte en actor fetiche a Michael Berryman. En parte, es precursora de films como Viernes 13 (1980), que sirve de punto de partida para numerosas secuelas e imitaciones. El film de Sean Cunnigham convierte a los adolescentes descerebrados en presas fáciles de un psycho killer.

Pero si imitaciones tuvo Viernes 13, más aún cosechó La Noche de Halloween, de John Carpenter (1978), todo un hito del cine independiente y del género fantástico. Al igual que Cromosoma 3 (1979), el primer gran éxito de David Cronenberg o Mad Max (1979), del australiano George Miller.



Otro clásico de ese año fué la maravillosa Alien, el Octavo Pasajero, que sienta las bases del cine de ciencia ficción posterior. También en 1979, la revista Interviú cataloga de auténtico el film Holocausto Caníbal de Ruggero Deodato. Ni que decir tiene que el film no era más que otro film del género mondo, totalmente ficticio, pero el artículo llevó al cine a muchísimos morbosos.
Aunque los grandes estudios siguen dominando la distribución de las películas, otros sectores de la industria, como la producción, el rodaje y el financiamiento están cada vez más en manos de estudios y productores independientes. En los años 70 empezaron a aparecer los actores- productores, directores-productores, guionistas-productores y actores-guionistas.
La desilusión del público con el gobierno y los problemas de la sociedad en general da lugar a toda una cosecha de películas con un punto de vista cínico, como Juventud sin esperanza (Taking Off, 1971) y Todos los hombres del presidente (All the President’s Men, 1976).
Los protagonistas masculinos ya no tenían que interpretar el mismo papel una y otra vez en diferentes películas. Se convierten en estrellas actores que no se amoldaban al estereotipo del galán, como Jack Nicholson, Al Pacino, Robert De Niro y Dustin Hoffman.

Después de unos años de cine espectacular basado en el catastrofismo quizás como reflejo del retorno del peligro atómico, se impone la recuperación de la superproducción desde el punto de vista de la calidad y de la rentabilidad. Concretamente de la mano de Georges Lucas y de Steven Spielberg. Paralelamente, otros directores apuestan por un cine igualmente comercial pero tratando con un estilo de realización muy personal y creativo, como Ford Coppola, Scorsese, Brian de Palma, Burton, Lynch… Son unos años en los que o se cuestiona todo como en el caso de las peliculas sobre Indochina o se retorna al pasado con nostalgia; abundan los remakes y el fantástico.
Películas con muchos efectos especiales prueban de atraer a los espectadores hacia la sala oscura. Actores musculosos se convierten en héroes de la pantalla en títulos violentos cuando no reaccionarios. Frente a este cine consumista aparecen autores más preocupados por los temas políticos y, sobre todo, por la injerencia de los EE.UU en otras zonas. También son tiempos de grandes melodramas y de recuperación de la comedia; en ésta última destaca Woody Allen. La globalización de la economía afecta al cine norteamericano que se alía con la industria electrónica oriental.